Vuelven las noches suaves. Vuelve la música intensa

Aún queda más de un mes para que llegue el verano pero aquí, en esta tierra extrema y dura, el calor se ha plantado sin avisar y con ganas de quedarse definitivamente. Por eso no he podido resistir a abrir las ventanas y dejar que entre la brisa nocturna trayendo el ruido de las chicharras y el olor a campo abierto.

Es noche de profunda calma y música intensa.

Crisis ucraniana y vergüenza democrática / Asier Blas Mendoza

Otro punto de vista de la crisis ucraniana. Desintoxicarse de la retórica de los medios occidentales nunca está demás y es muy necesario para formar una opinión consistente.

Sociología crítica

Crisis ucraniana y vergüenza democrática

Asier Blas Mendoza
Cartas del Este
La política internacional y, por extensión, la realpolitik como su paradigma dominante es extraordinariamente miserable para aquellas personas que creemos en la democracia por encima de las prioridades geoestratégicas personales. Es en este triste escenario donde se imponen las dobles varas de medir, la manipulación informativa y la omisión de hechos. Un buen ejemplo de esto es lo que ha acontecido en Ucrania los últimos meses.

Ucrania, como la mayoría de países postsoviéticos, es un país empobrecido y con una clase política y empresarial muy corrupta. Sin embargo, desde el punto de vista democrático según los informes de la UE y el índice de democracia de The Economist era considerado como uno de los más democráticos en su entorno postsoviético. Por ejemplo, Yanukovich llegó al poder desde la oposición en el 2010, tras derrotar a Timoshenko (la Primera Ministra…

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Tiene algo de hipnótico. Un poco de rito iniciático.

Es el trance inevitable de toda historia.

La maquinación necesaria de todo humilde relato. También de toda gran epopeya.

Iguala a grandes genios y a simples aprendices en la incertidumbre del comienzo sin destino, y lo mejor, en lo apasionante que se intuye el viaje.

Escribe como si nadie leyera pero como si de reojo todos mirasen.

Hombres excepcionales para tiempos excepcionales

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Nací años después de que Adolfo Suárez fuera Presidente del Gobierno. No viví, por tanto,  la Transición que desmontó las estructuras de una dictadura moribunda y entregó la ansiada soberanía a quien nunca se le debió quitar: el pueblo español.  Sin embargo, siento que tengo una deuda de gratitud con los artífices de aquel cambio. Al fin y al cabo hoy disfrutamos de las libertades que aquellos hombres y mujeres consiguieron.

Suárez fue el director de un cambio que hoy se recuerda como ejemplar y modélico pero nada fácil. Las tensiones que había generado la dictadura y las heridas de la Guerra Civil que aún no habían cicatrizado (¿lo han hecho ya?) polarizaron la sociedad española atrincherando (de una manera ideológica) a los ciudadanos en sus posturas políticas. Era un reto unir en torno a un proyecto de futuro a “las dos Españas”. La situación era, sin duda,  un terreno abonado para los grandes líderes, personas capaces de tomar decisiones en un ambiente cambiante, hostil y fuertemente tensionado.

Hoy, viendo las imágenes del velatorio de Adolfo Suárez  podemos decir que lo consiguió. Y no fue circunstancial. Ahí estaban casi 40 años después comunistas, socialistas, conservadores y, sobretodo, una masa ciudadana integrada por jóvenes, personas de mediana edad y mayores rindiendo honores a un hombre de Estado, un hombre de política entendida ésta en su más alta acepción que sirvió a un pueblo ansioso por recuperar la libertad perdida y lo guió hacia el futuro más próspero de su historia.

Descanse en paz, Presidente.

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.

Historia de dos ciudades.

Charles Dickens.

No deberíamos sentir temor por las tinieblas, pues es de donde surge la luz.

Reading is so sexy

Y que no me venga nadie con que leer es de bicho raro. Y mucho mejor si tan placentero hobby se practica en lugares públicos (exhibicionismo gafapasta podríamos llamarlo). Esta misma tarde, aprovechando las temperaturas agradables que nos regala anticipadamente el mes de marzo, he decidido recorrer el nuevo parque del barrio. Aún no ha tenido lugar la ceremonia de inauguración y autobombo político, pero la gente no ha esperado para saltar la valla y disfrutar del césped recién cortado y las pistas de running a estrenar.

Y entre tanto (y tanta) runner, abuelos paseando a nietos (y viceversa), parejas paseando a perros y solitarios despistados o haciéndose los despistados (me incluyo), encontré una especie en peligro de extinción, exótica y atractiva: la lectora de espacios públicos.

Y que no me digan lo contrario. Llevar un libro encima es mil veces más evocador que un paisaje con filtro Nashville en Instagram. Una chica leyendo en el bus urbano o en los jardines públicos hace saltar las alarmas. ¿En qué mundos andará inmersa la lectora mientras la vida real pasa a su alrededor como quien ve pasar un paisaje desde el tren a toda velocidad? Me hubiese gustado sentarme al lado y preguntarle, pero me habría sentido mal por sacarla de una forma tan violenta de su universo literario. Me conformé con sentarme y observar a cierta distancia.

No hay estudio científico al respecto pero tiendo a pensar que la gente que lee en espacios tan poco proclives a ello como un bus, un metro o un parque atestados de gente tienen una vida interior enorme. Son capaces de evadirse del exterior y bucear en los relatos como quien se zambulle en el agua y deja de escuchar el ruido de la superficie.

Lo mejor fue, sin duda, la vuelta a la realidad. La chica levantó la cabeza de la página al cabo de unos minutos desconcertada. Como quien se despierta después de un sueño intenso que te mantiene tenso y termina en sobresalto. Parecía que la vuelta al mundo real no era mejor viaje que el que tenía a través de aquel libro. Y aún así tenía que regresar. Se levantó y como por obligación subió la pequeña ladera de césped donde la gente seguía haciendo running, los nietos se peleaban delante de los abuelos y, en definitiva, la vida seguía siendo la de siempre.

Espero volver a verla y preguntarle algún día por esos mundos.

Edito: esta semana el jukebox recomiendo escucharlo con un buen chorro de bourbon.

Bruma

Me he extraviado en la densa bruma de ciudades y pueblos. He sentido el frío de la piedra inerte que aún se yergue orgullosa mientras echa un pulso al tiempo. Una batalla perdida.

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He oído el viento soplar desde almenas invadidas de musgo verde y húmedo. He mirado desde su altura planicies infinitas. He sentido el mundo a mis pies y el cielo en mis manos.

He estado solo en el desconcierto y, en el desconcierto, encontré determinación.